Había una vez un pañal muy suave, tan suave como una nube dormida.
Vivía en una casa llena de amor, donde una mamá cuidaba a su bebé, Tomás, con la paciencia con la que se riega una planta.
Cada mañana, el pañal veía pasar el viento por la ventana y soñaba con salir algún día a jugar con las mariposas, con sentir la tierra bajo el sol, y volver a ella, como hacen las hojas cuando termina el otoño.
—¿Y si yo también pudiera cuidar el planeta? —pensaba.
—¿Y si, después de acompañar a Tomás, pudiera regresar a la tierra sin hacerle daño?
La mamá de Tomás también soñaba con eso.
Por eso lo vestía con productos que no lastiman la piel, que respetan el agua, que se hacen con amor y regresan al mundo sin dejar huella.
Una noche, mientras la luna los miraba, el pañal susurró bajito:
—Gracias por elegirme.
Y el viento, que escuchaba desde el jardín,
le respondió:
—Gracias a ti, pequeño guardián del planeta.
Desde entonces, Tomás duerme tranquilo, y la tierra sonríe un poquito más.
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Tal vez sea el protagonista del próximo cuento de nuestras Noches Okolo,
donde los sueños también cuidan el planeta 🌍💤